27 de junio de 2016

Intrusos

Intrusos. Adrian Tomine. Sapristi,  2016
Traducción de Raúl Sastre
Como ya he dejado por escrito otras veces, soy un absoluto neófito en cuestiones de cómic; tampoco es que sea nada del otro mundo en lo referente a la literatura de formato convencional, pero en este caso, a lo peor, tengo una opinión y la puedo sostener, cosa que no sucede con aquél; por lo tanto, mi parecer sólo se basa en un volátil me gusta/no me gusta, así, a pelo, sin argumento ni justificación, y una perspectiva desde el punto de vista puramente narrativo que reconozco que no es la mejor ni la única para hacer referencia a una obra de este tipo. 

Intrusos (Killing and Dying, 2015) es un álbum integrado por seis historias, de las que la edición en castellano toma el título de la última, con las que Adrian Tomine, un dibujante de culto al otro lado del charco, hace un retrato descarnado y veraz de la sociedad contemporánea. Su redacción combina unos textos realmente punzantes con viñetas mudas que, a menudo, dicen más de lo que cualquier texto podría explicar; como un buen músico, Tomine sabe que los silencios también son expresión. Realmente, las series de viñetas estáticas, en las que casi no existe movimiento de una a la siguiente -solamente un gesto o la posición de algún personaje- le dotan de un ritmo peculiar, más próximo a la escritura convencional que al lenguaje visual del cómic, en el que, por lo general, parece imprescindible que "pase alguna cosa" entre una viñeta y la siguiente. También tienen un excelente  efecto narrativo el uso alterno del color y del blanco y negro, en algunas historias, para enfatizar un determinado fragmento, y los planos largos y los encuadres que abarcan varias viñetas -un efecto muy visual, muy cinematográfico-.


Otra peculiaridad que llama la atención es que, a menudo, la acción transcurre fuera de las viñetas mientras estas reflejan bien una acción paralela bien una actividad accesoria o complementaria a la historia principal con un efecto de "descarga de tensión" parecido al papel de las descripciones en la narrativa convencional. A veces, incluso, se carece de acción; los intervinientes, en este caso un solo narrador, efectúa intervenciones en off desde una primera persona enteramente literaria.


¿Cómic? Bueno, sí, por el formato; pero en su interior, literatura cien por cien.


Calificación: ****/*****

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