4 de abril de 2013

La puerta

La puerta. Albert Lladó, A Fortiori
El pasado 3 de Abril fui invitado por Albert Lladó, compañero y amigo, a participar en la presentación de su libro La Puerta; a continuación, transcribo el guión de mi intervención, centrada en los conceptos Bildungsroman y "autoficción".


PRESENTACIÓN DE 
LA PUERTA 
Albert Lladó 
A Fortiori Editorial (2013)
Llibreria La Central del Raval 
Miércoles, 3 de Abril de 2012
Participantes:
Natividad de la Puerta, editora
Joan Flores, librero
Xavier Miranda, Maestro Masón
PRÓLOGO
No soy crítico: 
No voy a, tomando la parte por el todo, escoger aquellos fragmentos que me permiten encorsetar el texto en alguno de los muchos -ismos disponibles. 
No hablaré de los antecedentes intelectuales del autor, ni de la justificación -que el autor, naturalmente, ignora- de cada palabra escrita.
No bucearé en la biografía del autor buscando analogías.
No especularé sobre la de indelebre huella que dejará La puerta en el canon de la novela occidental (y de mi mérito al ser el primero en descubrirla).
Soy lector: 
Hablaré de las sensaciones que me ha sugerido la lectura de La puerta. 
Trataré de convertir en palabras esas escurridizas sensaciones que todos los lectores entendemos y casi nadie podemos definir, encuadrar o comunicar.
Como esto no es una conferencia ni una masterclass, la fragmentación es inevitable.

LOS REQUERIMIENTOS DEL LECTOR
Cuando un lector compra un libro, no compra papel tintado ni una portada más o menos -la mayoría de las veces- afortunada: compra el contenido, compra la escritura: no compra el envoltorio sino el contenido.
Debería existir una Declaración de los derechos del lector que oficializase ciertas exigencias del lector con respecto del autor; todos los libros deberían llevar, por lo menos, cinco fajas advirtiendo sobre:
1.- La honestidad: ESTE LIBRO ES HONESTO; un libro es una cosa muy seria, que vale dinero y que roba tiempo. El autor debería tenerlo en cuenta porque cuando un lector compra su libro, el autor firma un contrato según el cual no pude engañarlo.
2.- La utilidad de la escritura: ESTE LIBRO ES ÚTIL; sólo debería publicar un libro quien tiene algo que decir.
3.- La irreverencia, la provocación: ESTE LIBRO ES IRREVERENTE; los libros HONESTOS y ÚTILES deben interpelar al lector, es decir, deben modificarlo en alguna medida, cuestionar su sistema de valores, 
4.- La imperfección: ESTE LIBRO ES IMPERFECTO; las obras maestras antes de que nadie las lea deberían estar prohibidas; las obras que no requieran siempre una última revisión, también.
5.- La insolencia: ESTE LIBRO ES INSOLENTE; deberían ser obligatorias:
El alejamiento de las academias.
La no adscripción a géneros.
La abjuración de unos maestros sin cuyo magisterio el autor no sería nadie.
La faja que redacta el editor no es imprescindible.

LAS COORDENADAS DEL AUTOR
Símil bélico (antiguo):
-Autores de vanguardia: concentran todas sus fuerzas para un primer ataque devastador, sabiendo que de la violencia de la primera embestida depende la suerte de la batalla.
-Autores de retaguardia: guardan sus efectivos letales para una defensa a ultranza, saben que su hora ha llegado cuando el resto del ejército ha sucumbido.
-Autores de flanco: adaptativos, de reacción rápida, fundan su fuerza en la movilidad y la improvisación. Son difíciles de gobernar, no acatan necesariamente las órdenes porque lo suyo son las sugerencias, no las imposiciones.
Dejo a la elección de los lectores encuadrar al autor de La puerta.

OTRAS COORDENADAS DEL AUTOR (RELATIVAMENTE) NOVEL
-Autor-no-lector: es aquel que confunde la insolencia con la incompetencia; ejemplo: el argentino que pretendía escribir -de hecho, decía que escribía- cuentos sin haber leído ni a Borges ni a Cortázar.
-Autor-demasiado lector: es aquel que ha sufrido un empacho de lecturas -ingiere, pero no digiere- cuyo efecto es peor que el ayuno; ejemplo: el autor que “ha vertido” sus lecturas en un libro ¡de autoayuda!
-Autor-lector (autor culto): es aquel que integra sus lecturas re-formulando los temas universales en el mapa de sus experiencias, de sus anhelos intelectuales, pruduciendo textos individuales que nadie, excepto él mismo, podría escribir.

LAS ETIQUETAS
No me gustan las etiquetas: limitan, condicionan, superestructuran, confunden.
Tal vez se trata de la vieja querelle de si “el nombre hace la cosa”: República Democrática Alemana, Democracia Orgánica, España estado aconfesional.
Si ánimo exhaustivo, trazaré unas pinceladas sobre dos de las etiquetas que alguien podría aplicar a La puerta.

BILDUNGSROMAN
El término Bildungsroman significa “novela de aprendizaje”.
Tropos:
Protagonista adolescente
Búsqueda
Viaje, real o metafórico
Iniciación a la vida
Lo acuñó un tal Johann Carl Simon Morgenstern en 1820.
Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (Goethe: romántico y alemán) se considera su momento fundacional y, por tanto paradigmático.
La muerte del padre, el exilio, la formación (o de-formación, vista la experiencia universitaria que relata, el amor... algún crítico avispado podría considerar que La puerta es un Bildungsroman...

RAZONES PARA EL RECHAZO DEL TÉRMINO
1.- Invento del romanticismo alemán; estas dos coordenadas, “romanticismo” y “alemán” constituyen un pleonasmo, una redundancia que debería hacernos saltar todas las alarmas. Personalmente, dewsconfío de la capacidad del idioma alemán para crear neologismos.
2.- Dividir las novelas en géneros es reduccionista: aplicar plantillas a un acto de creación que debe ser LIBRE. Sólo el autor puede aplicar constricciones. 
3.- Parte de un error de planteamiento:
-A priori: si un autor dice: “ahora voy a escribir una novela de formación”, lo más seguro es que le salga un churro ilegible.
-A posteriori: si es el crítico el que la califica, cada ejemplo es una excepción.
4.- Por el origen:
Si el autor es de mediana edad en adelante
-y lo escribe en tercera persona: no hace falta llamarlo Bildungsroman, se llama ajuste de cuentas (Abrechnung).
-y lo escribe en primera persona: no hace falta llamarlo Bildungsroman, se llama                                                             psychoanalytische regression (que también es germánico).
Si el autor es joven
-y lo escribe en tercera persona: no hace falta llamarlo Bildungsroman, basta con llamarlo ensayo.
-y lo escribe en primera persona: no hace falta llamarlo Bildungsroman, se llama confesión.
5.- Por la imposibilidad de concreción, común a todas las definiciones de género.
-SF: 2001 Una odisea del espacio es SF; ¿y Solaris, también?
-Negra: Adiós muñeca es novela negra; ¿y La noche del cazador, también?
-Romántica: Los pectorales del Highlander es romántica; ¿y Orgullo y prejuicio, también?
-Histórica: Los pilares de la Tierra es histórica; ¿y Juliano el Apóstata, también?
-Bildungsroman: según la definición canónica, todas estas novelas lo serían:
-Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, el paradigma.
-El lazarillo de Tormes, que sería una precuela.
-Hamlet, en que el protagonista ¿no aprende... nada?
-Un retrato del artista adolescente, ¿Bildungsroman jesuítico?
-La montaña mágica, en que el protagonista aprende a hablar y a toser.
-Emilio, Bildungsroman a la Thoreau.
-La educación sentimental, Bildungsroman tipo “donde las dan las toman”.
-Camino de perfección, el culpable del éxodo de los madrileños a la segunda residencia en el País Valenciano.
-El guardián en el centeno, Bildungsroman american way of life.
-...
Había más... Sería un buen ejercicio buscar analogías entre todas ellas.

AUTOFICCIÓN
El término “autoficción” significa “la implicación, integración o superposición del discurso ficticio en el discurso autorreferencial o autobiográfico en diferentes maneras y dosis".
Tropos:
Narrador en primera persona
Mentira piadosa
A pesar de todo, la vida del narrador es más interesante que la del autor
Paratexto
Lo acuñó un tal Serge Doubrovsky en 1977.
Fils se considera su momento fundacional y, por tanto paradigmático.
El narrador se llama como el autor, estudia la misma carrera universitaria, vive en los mismos domicilios... algún crítico avispado podría considerar que La puerta es una autoficción...

RAZONES PARA EL RECHAZO DEL TÉRMINO
Algunas, comunes a las del Bildungsroman; otras, particulares...
1.- Invento del estructuralismo francés; estas dos coordenadas, “estructuralismo” y “francés” constituyen un pleonasmo, una redundancia que debería hacernos saltar todas las alarmas.
2.- Dividir las novelas en géneros es reduccionista: aplicar plantillas a un acto de creación que debe ser LIBRE. Sólo el autor puede aplicar constricciones.
3.- Por razones intrínsecas: una vez establecido el pacto ficcional autor-lector (“yo te voy a engañar (con estilo) y tú te lo creerás”), todo lo demás es irrelevante.
4.- Por indefinición:
Clasificación clásica (otra clasificación, ya son ganas de marear la perdiz), que prescinde del pacto ficcional autor-lector:
-Autoficción biográfica, donde se confunde con la autobiografía y la novela autobiográfica.
-Autobioficción, donde ambos pactos están equidistantes y la ambigüedad es plena.
-Autoficción fantástica, donde la invención es más importante que la biografía.
(Se me ocurren más: Autobiografía ficcional, ficciobiografía redundante; bioautoficción, ficcionautobiografía, autoficciobiografía, biografía autoficcional; fantasía autoficcional, autofantasía ficcional... ¿y, así, hasta dónde?)
5.- Por confusa. La convención autobiografía=verdad y novela=ficción es confusa. 
-Novela: podríamos estar de acuerdo en que parte de hechos imaginarios; pero, ¿dónde se sitúa la imaginación? ¿En el origen? ¿En la formulación? ¿En la forma? ¿en el tipo de narrador?
-Autobiografía: si partimos de que es la verdad, ¿qué verdad? ¿es toda la verdad y nada más que la verdad? ¿Qué tipo de autobiografía? ¿No se “inventa” nada?
Cuando un autor, en su vejez, escribe su autobiografía, ¿no “reelabora”? ¿No escoge determinados episodios y silencia otros? ¿No busca “su mejor cara”? 
Los Diarios (Gide, Renard, Peppys, Cheever), otra forma de autobiografía in process, ¿no pasan por la cocina? ¿No tienen una intención? Al escribirlos, ¿no se piensa en publicarlos? Al editarlos... porque los Diarios se editan, ¿no?, ¿no se escogen temas y motivos?
6.- Por irrelevante.
Cuando el narrador se llama igual que el autor, cabe alguna de esas seis alternativas:
1.- El narrador es el personaje que quisiera ser el autor.
2.- El narrador es el personaje que no quisiera ser el autor.
3.- El narrador es el autor.
4.- El narrador no tiene nada que ver con el autor.
5.- Ninguna de las anteriores.
6.- ¡Y a mí que me importa!
Que El quadern gris refleje literalmente o no episodios de la vida de Josep Pla
Que el Marcel de A la busca del tiempo perdido sea Proust o no.
Que el Albert Lladó de La puerta sea mi amigo Albert Lladó o no.  

LECTURA DE LA PUERTA
Pensamos con palabras (creo que la antigua discusión sobre si el lenguaje precede al pensamiento o el pensamiento precede al lenguaje está ya resuelta; cuando yo estudiaba Psicología provocaba uno de aquellos conatos de agresión intelectual tan estimulantes), pero también con imágenes; ahí van unas cuantas que han surgido de mi lectura de La puerta:
-Nietzsche rezando ante la tumba de Dios.
-Freud sonrojándose ante la desnudez de su madre.
-Goethe conquistando finalmente a su Gretche, pero padeciendo eyaculación precoz.
-Godard buscando el grifo de la fuente de Duchamp.
-Camus batido en los cinco penaltis de la tanda.
-Benjamin abriéndose una cuenta en Spotify.
-Woody Allen rodando “Vicky Cristina Darfur”.
-Gil de Biedma protagonizando anuncios para dejar de fumar.
-Baudelaire bebiendo una Cocacola.
-Kapucinsky dejándose ver por la Saloufest.
-Sísifo jugando a la petanca.
-Foucault besándose con Brigitte Bardot.
-Perejaume dibujando “Mortadelo y Filemón en la calle Joaquín Costa”.
-Mishima haciéndose la manicura con una katana.
-Wittgenstein contando sílabas para un soneto.
...

CONCLUSIÓN
Los pobres mortales que carecemos del divino don de la creatividad tenemos que apoyarnos en las citas, que sería una especie de pensamiento “en tercera persona”. Me voy a permitir citar dos:
-Una, para animar a leer: Juan José Millás: “Escribo por las mismas razones que leo, porque no me encuentro bien”.
-Otra, para animar a leer La puerta: Albert Lladó: “Somos autodidactas que salen de las tinieblas”.

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